El proyecto se define por una fachada que combina diseño, integración y carácter propio.
Los tres edificios se adaptan a la pendiente del terreno y se envuelven con piezas de Listelo Skin, referencia Valle, trabajadas en colores personalizados para aportar singularidad y armonía con el entorno.
La implementación del sistema de fachada no solo resalta la linealidad de los volúmenes, sino que también genera un juego de luces y sombras que enriquece la percepción del edificio durante todo el día.
La textura cerámica potencia la idea de solidez y, al mismo tiempo, permite una lectura más ligera de la arquitectura al disolver las esquinas.
Gracias a esta envolvente, los interiores disfrutan de una continuidad visual con el exterior, mientras que los tejados ajardinados terminan de integrar los volúmenes en el paisaje.
La fachada se convierte así en el elemento protagonista, un lenguaje arquitectónico que habla de innovación, personalización y respeto por el entorno.
